miércoles, 25 de mayo de 2011

PROSA POETICA

Mujer



“El nombre de una mujer me delata; me duele una mujer en todo el cuerpo”, escribía Jorge Luis Borges, inmortalizando aquella frase que, quizás, fue un ligero esbozo de lo que representa el paso de algunas mujeres en la vida de algunos hombres.
Es sencillamente maravilloso presentir la esencia femenina en este mundo, tantas veces demasiado varonil. Encontrar sus destellos suaves escondidos en rinconcitos ideados a la perfección, como dulces alas que rescatarán más de una vida a su paso. Porque eso es una mujer, esa especie de hada terrenal que, en silencio, observa y comprende. Escucha, contempla, guarda recelosa aquel detalle que bien sabe que otro espera; no podría ser otra forma, ideada con tanta delicadeza para albergar en su vientre los niños por nacer, por venir, por crecer y, luego, por partir. Mujer que la vida te obligó a fuerza de lágrimas lo que significa resignar y desprender, dejar volar para, con suerte, algún día recibir nuevamente la brisa que vuelve, que regresa.
Hombre físico, mujer emocional, dicen. ¡Y cuántos adjetivos más te caben! Me enorgullece saberme de tu género, saberme guardiana de mis secretos más profundos que se aquietan sabios en mi interior. Porque tantas veces comprendí que el lenguaje de las palabras puede ser hermosamente remplazado por miradas, y que aún existen hombres que pueden descifrarlas, entenderlas y amarlas.
Te duele tanto el amor… desearía, mujer, que tu corazón no recibiera las heridas sin oponer resistencia, sin planear un escudo, sin entender estrategias de defensa. Y que tus lágrimas sean sólo para vos, en tu soledad, y no espejos de quien te olvida, te cambia, te deshecha como un objeto viejo.
Para tu sonrisa, mujer, juro que no hay edad. Esa que puede iluminar la noche más cerrada, la vida más triste. La que abraza, la que besa, la que acuna, la que despide. La que es sonrisa aunque quiera ser llanto. Entendiste que todo es un paso, una mirada eterna que detiene el tiempo por unos instantes para llamarse felicidad.
Y que en tu idea de que todos están antes que vos, tenés siempre la suficiente fuerza para fortalecerte sola, para ahogar el llanto en una tarde gris, para poder decir “voy a estar bien” cuando por dentro el alma es un aullido desesperado.
Mujer; madre, hermana, tía, amiga, abuela. Vecina, novia, profesora, madrina, esposa. Sos una, y sos todas.  

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Cuadro de Diego Rivera

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